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En política, la sensatez consiste en no responder a las preguntas; la habilidad, en no dejar que las hagan.
André Suarés. Poeta y crítico francés.
Este lunes marca un parteaguas en la vida institucional de las fuerzas armadas, pero también en la definición del concepto que los ciudadanos tenemos de ellas.
La respuesta que da el general de División y comandante de la Tercera Región Militar, con sede en Sinaloa, Jesús Leana Ojeda, cuando reporteros le cuestionan sobre la cruenta lucha que libran en ese estado “chapitos” y “mayitos” y la expectativa de que el Estado los someta y devuelva la tranquilidad a la ciudadanía, es contundente:
“No depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos que dejen de hacer su confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad”.
Es la declaración de rendición y entrega de la plaza, del Estado a los cárteles: el “no depende de nosotros” remite a rogar a los jefes de la criminalidad que, como dijo López Obrador, actúen “con responsabilidad” en su lucha.
Y, supongo que coincidentemente, para cerrar la pinza de la nueva función de los militares, el máximo jefe de ellos, el general Luis Cresencio Sandoval, sintetiza los “logros” en este sexenio: “hemos generado importante infraestructura estratégica a bajo costo y con altos estándares de calidad”, en referencia a la participación protagónica de la milicia en los proyectos emblemáticos del presidente, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Para que nos quede claro: la función primordial ahora de los militares no es generar seguridad a los mexicanos, ni defender la soberanía nacional, sino ejecutar obras baratas y de calidad.
Por si alguna duda quedaba aún, todo fue despejado este lunes. Ahora sí, sálvese quien pueda.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan catorce días.
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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