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Ante la controversia generada por recientes declaraciones en torno a una supuesta capacitación de sacerdotes para dialogar con el crimen organizado, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, aclaró que la Iglesia Católica no busca entablar conversaciones directas con grupos delictivos, sino fomentar una cultura de paz a través del diálogo en todos los niveles sociales.
En entrevista, explicó que lo que se ha difundido en medios como un intento de “narcodiálogo” es en realidad una estrategia de formación interna entre obispos, sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos con la construcción de paz; aprendiendo a dialogar, ofrecer alternativas, tener modelos de mediación y solución de conflictos. Pero no de capacitar a sacerdotes para hablar con criminales.
No obstante, reconoció que en algunos casos el acercamiento con personas vinculadas a la delincuencia puede llegar de manera circunstancial, sobre todo cuando hay interés genuino de estas personas en dejar atrás esa vida. En ese contexto, dijo, la Iglesia está dispuesta a ofrecer acompañamiento espiritual, procesos de reconciliación y perdón, en coordinación con otras iglesias a través del Consejo Interreligioso.
“Una de nuestras misiones como Iglesia es acompañar espiritualmente, también a quienes han cometido delitos, y buscar que, si quieren regresar a una vida cotidiana, existan opciones. Pero eso ya le corresponde en gran medida a las autoridades civiles”, dijo.
El arzobispo señaló que la Iglesia no pretende sustituir al sistema de justicia. Ya que no aplican penas, ni ofrecen impunidad, pero sí pueden colaborar desde una dimensión humana y espiritual. Mientas tanto, la autoridad civil debe cumplir su función de hacer justicia y garantizar el estado de derecho.
En ese sentido, planteó que se deben explorar modelos de justicia restaurativa, como los implementados en Colombia, donde personas en proceso de reinserción pueden reducir sus penas mediante servicios comunitarios o acciones que reparen el daño social.
Finalmente, Garfias Merlos recordó que la Iglesia tiene una larga trayectoria en la pastoral penitenciaria, con visitas constantes a centros de reclusión, atención espiritual a internos y apoyo a sus familias. En Michoacán, esta labor está coordinada desde la parroquia del Santo Niño de la Salud, en colaboración con las autoridades penitenciarias.
Escrito por Fernanda González
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