Presentación de Jesús en el templo, sacramento y devoción de los fieles católicos

Fieles han presentado al Niño Dios en el templo este 2 de febrero, Día de la Candelaria en que la Iglesia Católica  conmemora este hecho bíblico. Y a la celebración eucarística de hoy, han llevado vestido a Jesús nacido con ropaje elegante que resalta su divinidad. Esta festividad de hoy es de gran significado para los católicos porque además se celebra la Purificación de la Virgen María.

Así, desde temprana hora y a lo largo del día ha tenido lugar el arribo de devotos a los recintos religiosos para llevar con devoción y respeto a Jesús nacido hombre, hecho carne para salvarnos del pecado. Al final de la celebración el sacerdote oficiante ha bendecido a cada uno de los Niños Dios, quien deberá tener un lugar especial en la casa para bendecir a la familia.

Es hoy, además de una celebración religiosa, una tradición de fe en México,  y en Catedral se concentraron esta media mañana los fieles arropando al Niño Dios, tras haberlo vestido con ropaje digno como lo ha recomendado la jerarquía eclesial. Algunos iban con una vestimenta tejida, otros con el tradicional ropón blanco, sentados en su trono o acostaditos para el arrullo.

La fe y la devoción del pueblo de Dios quedó de manifiesto en este día que marca que en la presentación del Niño Jesús en el Templo, Jesús es presentado a todas las naciones del mundo como el Salvador y Rey.

La celebración eucarística la presidió el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Morelia, Monseñor Herculano Medina Garfias, acompañado del padre decano Manuel quien dio lectura al Evangelio según San Lucas, que relata cuando transcurrió el tiempo de purificación de María y ella y José llevaron al Niño Dios al templo de Jerusalén para presentarlo al Señor y consagrarlo a Él como lo disponía la ley en aquel entonces, como hijo primogénito.

El obispo, a su vez, durante la homilía, recordó que la presentación al templo después del bautismo se ha elevado a sacramento que marca el que pertenecemos al pueblo de Dios, y tenemos derecho a recibir como hijos de Él los demás sacramentos de la Iglesia Católica.