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La gente puede ser engañada por un momento, pero no puede ser corrompida:
Andrew Jackson (1767-1845) Presidente estadounidense
Contrario a Carlos Torres Piña, Raúl Zepeda sí es un “bedollista”. Es gente del gobernador desde antes del 2021, cuando era un “simple” diputado.
Al asumir como gobernador, Bedolla se enfrentó al problema de cómo cubrir su gabinete. Con “su” gente, apenas llenaba una parte. Tuvo que echar mano de perfiles ajenos a él, algunos incluso de otros partidos. Fue el caso de Torres Piña, quien sin embargo con el correr del tiempo se convirtió en pieza indispensable del bedollismo.
Zepeda era de los poquísimos, contados con los dedos de una mano, realmente cercanos y confiables. De ahí que le pusiera a cargo de la Secretaría Particular, el verdadero poder tras el trono cuando se ejerce con fuerza.
Ahora, tras la salida de Torres Piña para asumir la Fiscalía, y al abrir el tramo final de su gobierno, Bedolla echa mano de Zepeda para la Secretaría de Gobierno. Bajo ese contexto y con los antecedentes expuestos, decisión absolutamente normal, previsible. No hubo mayor sorpresa si se considera que claramente el gobernador no quiso apostar por ningún “extraño”.
Zepeda deberá mostrar mayor flexibilidad y sensibilidad ahora en Segob. Por lo pronto, es de esperarse que asuma el control del manejo de las presiones sociales, para resolverlas antes de que la gorilesca Guardia Civil gaseé adultos mayores, como este jueves en el Ramal Camelinas. Se le llama manejo político para suplir la ley del garrote. Tiene ahí buen reto para estrenarse como el responsable precisamente de la política gubernamental.
Debe hacer gala, además, de los dotes de mando que tenga, para encauzar el cierre de la administración interna y externamente, de la forma menos ruda que sea posible, conteniendo ambiciones políticas de no pocos integrantes del gabinete.
Solo el tiempo dirá qué tan acertada fue o no su designación.
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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